(Hizo) la paz mediante la sangre de su cruz.
Colosenses 1:20.
Hay fechas importantes en nuestras vidas que no olvidamos ya que de una o de otra forma hay marcado nuestra existencia. En la vida de Jesús existieron tres acontecimientos que no solo afectaron su propia vida sino que cambiaron la cara del mundo: el nacimiento de Jesús, su muerte y su resurrección.
– Su nacimiento: Dios se hizo hombre entre los hombres. Fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, y nació sin pecado. Vino al mundo como el más pobre de los hombres, como un recién nacido, dependiente de los cuidados de sus padres. ¿Cómo el gran Dios Creador del Universo pudo rebajarse hasta ese punto? ¡Qué gran día aquel en el cual fue saludado por los ángeles, cuando la gloria celestial brilló alrededor de los pastores de Belén y la multitud de los ángeles alabó a Dios! “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” En la tierra ha nacido “un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:14, 11).
– Su muerte en la cruz fue el colmo de la iniquidad y culpabilidad del hombre, pero también fue la realización del determinado consejo y de la presciencia de Dios (Hechos 2:23), porque “Cristo… a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). El hombre pecador sólo puede ser salvo de la perdición eterna “por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:25).
– Su resurrección: “Jesús, Señor nuestro… fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:24-25), es decir, para hacernos justos ante Dios. Al tercer día salió de la tumba para vivir eternamente y ofrecer a todos los que creen en él una eterna felicidad.
Tres días que transformaron al mundo y trajeron la verdadera paz a todos los que creen.
… el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:6-11
El devocional diario, es editado por: "La Buena Semilla"
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